¿Cómo organizar el dinero en pareja? Modelo de tres cuentas

Modelo de tres cuentas para parejas
Imagen de 3D Animation Production Company cedida por Pixabay

Organizar el dinero en pareja es una práctica muy saludable (y necesaria) cuando se convive con una persona con proyectos vitales comunes. Sin embargo, para muchas parejas, hablar de dinero sigue siendo tabú hasta el caso extremo que existen personas que desconocen cuánto ganan sus respectivas parejas.

Esto es una anomalía y una falta de confianza impropia del desarrollo social actual. Afortunadamente la situación está mejorando y cada día hay más parejas que hablan del dinero en absoluta libertad entre sí. 

Es más inteligente definir antes que después cómo se organiza el dinero dentro de la pareja, tratando de conseguir un equilibrio en el que ambos se sientan cómodos con la estructura acordada. Quizá tras una ruptura, sea más delicado llegar a ciertos compromisos que favorezcan a ambas partes de una manera sincera y generosa. 

Por eso, siempre es mejor encarar la conversación del dinero con tu pareja antes que después por mucha pereza que os dé.

1. ¿Cuál es el mejor modelo para organizar el dinero en pareja?

No hay una receta mágica, pero considero que el modelo de tres cuentas es la estrategia más adecuada para la mayoría de las parejas.

Para comprender mejor la eficacia de este sistema flexible, se hace necesario describir y tratar los principales inconvenientes que tienen los modelos alternativos: modelo de única cuenta y modelo de dos cuentas. 

No obstante, cada pareja debe decidir con propia autonomía y en libertad cómo gestionar su dinero y qué es lo mejor para ellos.

En definitiva, deben tomar una decisión conjuntamente. Al fin y al cabo es su dinero y su vida.

2. ¿Qué es una cuenta conjunta?

Antes de entrar directamente de lleno en el tema, tengo que explicar qué son las cuentas conjuntas y las consecuencias que conllevan. 

Una cuenta conjunta es, como su propio nombre indica, una cuenta bancaria con más de un titular. Generalmente suelen ser dos personas convivientes, pero no es una condición necesaria.  

El dinero depositado dentro de una cuenta conjunta pertenece a cada uno de los titulares en la misma proporción, independientemente de quién haya metido el dinero y de la cantidad. Si una cuenta conjunta tiene dos titulares, cada uno es propietario jurídicamente de la mitad del valor total, aunque no haya aportado absolutamente nada a dicha cuenta. 

Parece un detalle casi insignificante pero es muy importante y hay que ser consciente de ello en todo momento, tanto cuando las cosas de pareja van bien como cuando no. 

Insisto, los dos titulares son los propietarios legales del dinero depositado en una cuenta conjunta a partes iguales. 

Asimismo, como titulares, las dos personas tienen acceso a la cuenta con pleno derecho: ver los movimientos, hacer transferencias, utilizar las correspondientes tarjetas de débito/crédito asociadas a la cuenta, cambiar el límite de descubierto, endeudarse… 

En la mayoría de los casos, no se requiere el consentimiento expreso de la otra persona para realizar estas operaciones, ya que éste se ha dado con la documentación adjunta en el proceso de apertura de cuenta. De manera activa, siempre se puede revocar, pero se necesita el acuerdo y la firma de las dos partes.    

Lo único que un titular en ausencia del otro no puede hacer es liquidar la cuenta. Al ser el proceso inverso al de la apertura, se necesita la autorización de los dos titulares. 

Por tanto, abrir una cuenta conjunta con otra persona sólo es posible si hay una confianza plena mutua. Esto, en sí mismo, obliga a las parejas a hablar de dinero y de los proyectos comunes que quieren acometer sin tapujos. 

3. Modelo de cuenta única 

Disponer de tan sólo una única cuenta conjunta es el modelo más tradicional para organizar las finanzas en pareja. En este caso, los dos salarios entran en la misma cuenta de la cual se pagan todos los gastos: los comunes y los privados.  

Modelo de cuentas. Cuenta única
Figura 1. Modelo de cuenta única para parejas. Elaboración propia

A simple vista, parece lo más transparente y sencillo. En cambio, conlleva confusión y desorganización de las finanzas personales, además de otras desventajas inherentes a los sistemas monocuentas como ya comenté en el artículo dónde presenté el modelo de cuentas para personas individuales. 

Estos inconvenientes eran: 

  • No permite pagarse uno mismo el primero
  • No existe la automatización del ahorro
  • Dificulta el ahorro, convirtiéndose en un verdadero esfuerzo 
  • Aumenta la posibilidad de abandono del ahorro
  • Proporciona una falsa seguridad
  • No hay un control necesario y ordenado del patrimonio
  • Permite subir nuestra calidad de vida más de lo óptimo sin darnos cuenta
  • El dinero ahorrado compite entre los diferentes objetivos establecidos
  • Dificulta la consecución de los objetivos 
  • La inflación ataca al patrimonio más intensa e invisiblemente. 
  • Pérdida real de poder adquisitivo
  • Elude asumir nuestra responsabilidad en nuestras finanzas

Adicionalmente, por la naturaleza misma de vivir y compartir con otra persona, este modelo único puede potenciar otros determinados conflictos dentro de la pareja

3.1. Diferentes sueldos 

La diferencia de sueldos entre los dos miembros, especialmente si es muy grande, suele constituir uno de los mayores retos a los que la pareja se enfrenta. Esta diferencia se basa, en muchas ocasiones, en elementos socioculturales o en otros aspectos laborales previamente adquiridos, independientemente de aspectos económicos puros.   

Tradicionalmente, los hombres han ganado más dinero que las mujeres a la par que ellas se han ocupado de las labores del hogar en mayor medida. De hecho, hay una generación de mujeres que no ha trabajado después de contraer matrimonio o del nacimiento del primer hijo. 

Por esta razón, este es el modelo más tradicional: al sólo entrar un sueldo en casa, sólo se necesitaba una única cuenta conjunta. Además, en algunos países, como por ejemplo España durante la dictadura franquista, la mujer no podía abrirse una cuenta propia sin el consentimiento de su marido, su padre o tutor en caso de estar soltera. 

Y a pesar de que afortunadamente la situación laboral de la mujer ha cambiado muy positivamente en las últimas décadas, este modelo potencia casi sin querer estos roles tradicionales

Vamos a ver este aspecto desde la perspectiva de cada uno de los dos de la pareja para intentar ser lo más justos posibles. 

Punto de vista del miembro que más gana (o único sueldo)

El miembro de la pareja que más dinero trae a casa -da igual quién de los dos sea- puede sentir que la cuenta es exclusivamente suya, especialmente si la otra persona apenas contribuye por el lado de ingresos (<10% del total). 

Seguramente no lo verbalice como tal de manera consciente, pero inconscientemente, en el caso de que sea una persona derrochadora, se ve con el derecho de gastar ese dinero a su antojo sin consultar con su pareja. Para eso lo ha ganado trabajando.  

Si, en cambio, es su pareja la persona que más gasta de la unidad familiar, puede sentirse utilizado al ver cómo desaparece el dinero de la caja común que él mismo o ella misma ha contribuido a construir en mayor medida con su esfuerzo laboral.  

En el caso opuesto en que todos los gastos se consulten mutuamente de manera estricta, el o la que más gana puede sentir frustraciones si no se aceptan ni se permiten ninguno de sus sueños y/o necesidades. ¿Para qué entonces trabajo si no me dejan hacer esto o lo otro? 

Punto de vista del miembro que menos gana (o no gana) 

Por un lado, quizás sienta que no tiene derecho a permitirse ningún capricho. En definitiva, ha sido la otra persona la que con su esfuerzo ha traído el dinero a la cuenta. 

Por otro lado, puede que no le guste determinados gastos de su pareja, pero no se atreva a comunicárselo por su posición de inferioridad económica.


Estas cinco situaciones expuestas anteriormente no son producidas como consecuencia intrínseca del modelo de una cuenta única, si no por la propia desigualdad salarial. Sin embargo, como este sistema es el más rígido, no permite vías de escape que limite los conflictos internos que pueden provocar, en el peor de los casos, la ruptura de la pareja.

Como se ha dicho, este modelo de organizar el dinero en pareja potencia esos sentimientos de malestar en cada uno de los miembros, según su personalidad y carácter, que indirectamente conduce a discusiones directas y más frecuentes. 

3.2. Diferentes estilos de vida (ahorrador vs. derrochador)

Este es el punto por el que el mayor número de parejas fracasan ya que los conflictos son casi cotidianos. 

Para analizar este efecto por separado, lo desligo de los sueldos asumiendo que ganan cantidades similares. Sin embargo, uno es mucho más ahorrador que el otro. 

Y aquí no estoy teniendo en cuenta a las personas con trastornos disruptivos como alcoholismo, drogadicción, ludopatía, clientes de prostitución… que provocan graves dramas familiares a todos los niveles. 

No, me refiero simplemente a personas con hábitos de consumo diferentes.   

Con el modelo de una-cuenta (conjunta), absolutamente todos los gastos son visibles. Es muy probable que el ahorrador controle y mire con más detalle todos los movimientos de la cuenta (por su propia naturaleza ahorradora) y le pida explicaciones al derrochador más de una vez. 

Llegar a un compromiso resulta complicado

El ahorrador acusa de irresponsable al derrochador al mismo tiempo que este último señala de controlador y freno de sus sueños al primero. Ciertamente, los dos tienen razón desde su perspectiva. 

3.3. Diferentes objetivos y/o aficiones

Lógicamente, si una pareja no comparte un proyecto de vida, esa pareja no tiene futuro. El amor en sí mismo no es suficiente. 

Pero no me refiero a eso, sino a situaciones más banales y cotidianas. Para ello, veamos un ejemplo. 

EJEMPLO

Antonia y Marcos ganan similar y son relativamente ahorradores. Antonia es una apasionada de la bicicleta, mientras que Marcos es un coleccionista de maquetas de trenes. 

Supongamos que han conseguido ahorrar 2000 € que están depositados en su única cuenta. Marcos, navegando por Internet, ve una colección exclusiva del Transiberiano por un valor de 1500 euros. Mientras tanto, Antonia ya le tiene echado el ojo a su próxima bicicleta con un precio de 1800 €. 

¿Quién tiene que renunciar a su sueño? No es una decisión fácil. 

Marcos considera que Antonia puede esperar hasta que haga buen tiempo. No la va a utilizar ahora en Noviembre. Además, a su juicio, existen buenas bicicletas más baratas en el mercado. 

Por el contrario, Antonia considera que 1500 € por una simple maqueta es un precio exorbitante y un poco friqui, la verdad. Tampoco disponen de mucho espacio en la casa. Asimismo, con la bici se puede ahorrar el dinero en transporte a la vez que se mantiene saludable. 

Aquí es dónde reside el principal problema de la cuenta en común. No todos los sueños ni todas las aficiones pueden ser comunes con los de tu pareja porque no somos personas idénticas. Estar en pareja no debe suponer mimetizarse en un único ser superior.  

Y es lógico que cueste subvencionar los sueños, caprichos, deseos, necesidades de la otra persona a costa de renunciar a los tuyos propios. Porque cuando el dinero escasea y no se puede pagar todo, es una renuncia de una parte a favor de la otra. 

4. Modelo de dos cuentas (separadas) para parejas

Este modelo es completamente opuesto al anterior. No hay ningún euro en ninguna cuenta en común, a pesar de que haya gastos comunes. 

Cada cual dispone de su propia cuenta independiente donde recibe el dinero y paga sus gastos y quizá alguno de los comunes. 

Modelo de cuentas. 2 cuentas separadas
Figura 2. Modelo de dos cuentas separadas. Elaboración propia

Parejas que NO viven juntas

Esta propuesta es ideal, en realidad, para las parejas aún no convivientes ya que de alguna manera su relación está en “fase de prueba”.

Es posible que haya gastos comunes como las vacaciones, cenas en restaurantes, aficiones comunes… pero no son los gastos principales de cada uno de ellos: vivienda, suministros, comida… Las cuentas claras.

Parejas convivientes

Por el contrario, para parejas convivientes NO es un sistema adecuado para organizar el dinero común. Y lo digo por propia experiencia. 

Y aquí una reflexión demoledora, si dos personas viven en pareja bajo el mismo techo y no tienen una cuenta bancaria en común, ¿significa eso que no tienen proyectos en común, cosas por las que luchar, ahorrar juntos? No necesariamente, pero tampoco facilita el punto de encuentro. 

La plena independencia económica es precisamente eso, INDEPENDENCIA. Y las relaciones entre dos personas son, por definición, INTERdependientes. Si fueran independientes, no existiría relación alguna. 

A parte de esta discusión filosófica, desde un punto de vista más pragmático, resulta tedioso y poco práctico transferir cotidianamente las cuotas del alquiler, suministros, ocio en común, vacaciones, educación de los hijos… de una cuenta a otra y viceversa. Se pierde el control del dinero muy rápido. 

Otros inconvenientes

Además, la brecha se ensancha más en caso de diferencias salariales y de hábitos de consumo. 

Mi dinero es mío y el tuyo, tuyo. Pero no hay espacio para el nuestro. 

El ahorro (común), si existe, puede ser disruptivo, a diferentes marchas o incluso en direcciones opuestas. 

Todo esto puede hacer tambalear el proyecto común.

Para terminar con los inconvenientes, voy a añadir una última situación que nadie nunca piensa y que yo he vivido, por desgracia, en las carnes de una amiga: el fallecimiento de tu pareja

A pesar de estar casados y como no tenían ninguna cuenta en conjunto, ella tuvo que esperar varios meses hasta poder acceder a la de su marido recién fallecido con una gran angustia económica (a parte de la pérdida emocional) al asumir él todos los gastos comunes. 

Si no hubiesen estado casados y sin un testamento de por medio, hubiera sido imposible recuperar ese dinero porque legalmente no sería la heredera

En cambio, con una cuenta conjunta, se hubiese ahorrado la angustia económica por ser ella misma la cotitular de la misma.

Resumiendo con una metáfora, si con el modelo anterior éramos un todo, un inmenso bosque, con este modelo separado, nos convertimos en dos simples árboles cercanos, pero casi desconocidos.  

5. Modelo de tres cuentas para parejas

Este modelo de tres cuentas es el más sano y más recomendable para organizar el dinero en pareja al ser una combinación de los dos anteriores. Coge las ventajas y disminuye los inconvenientes de cada uno de ellos. 

Modelo de las 3 cuentas
Figura 3. Modelo de las 3 cuentas para parejas. Elaboración propia

Cada miembro tiene su cuenta bancaria personal donde recibe el salario y gasta sus propios caprichos y sueños, independientes de su pareja. 

Para los gastos y proyectos en común, existe una cuenta conjunta que se ve alimentada cada mes y de manera automática por cada una de las cuentas personales

Cada pareja tendrá que decidir qué parte es común y cuál privada, pudiendo oscilar a posiciones cercanas al modelo de una única cuenta o acercarse al otro extremo. Además, este modelo les permite flexibilidad ante las situaciones cambiantes de las parejas

Analicemos uno a uno los ejemplos anteriores para descubrir mejor los beneficios. Dejo la diferencia salarial para el final al ser el más problemático. 

5.1. Diferencia de hábitos

Con este sistema, el más derrochador verá menos limitado sus sueños y caprichos personales siempre y cuando cumpla con los compromisos comunes adquiridos. Se sentirá con más libertad y, por lo tanto, menos controlado. Es posible, además, que esté agradecido de una manera sincera a su pareja ahorradora que le lleva también por la buena senda del ahorro para los proyectos comunes. 

Por su parte, el ahorrador sentirá alivio de no tener que estar todo el día detrás de su pareja, de no hacer de abogado del diablo y llevar el peso de arruinar los sueños de la persona que quiere. Asimismo, comprobará que realmente avanzan en sus proyectos comunes y quizá se atreva a explorar determinados lujos y detalles que antes sólo quedaban escondidos en el barro del ahorro. 

5.2. Diferencia de aficiones 

En el caso de Antonia y Marcos del ejemplo, quizá por separado no hayan aún ahorrado lo suficiente para cumplir sus respectivos sueños y/o caprichos excluyentes, pero ya es cuestión de tiempo.

Además, les ayuda a reflexionar si realmente quieren y necesitan ese sueño. Es decir, si es un objetivo que vale la pena. 

5.3. Control de los gastos

Tanto el primer como el segundo modelo podían conducir a dinámicas de descontrol de los gastos. En el modelo de una-cuenta, la cantidad de movimientos de entradas y salidas hace que se pierda el control de cuánto y en qué se va el dinero de la pareja. 

En el segundo, siempre se está debiendo o la otra persona te debe algo y es muy fácil perderse cuando se realizan muchas actividades y pagos juntos pero separados. 

Aquí queda claramente definido. 

Gastos comunes, cuenta común. Gastos personales, cuenta personal. 

Esta cuenta personal se convierte así en la cuenta de los sueños, de la diversión y de las aventuras propias. O incluso de la seguridad propia, con una parte de tu fondo de emergencia, en el caso de que las cosas se tuerzan. 

5.4. Diferencia salarial

En mayor o menor medida, los problemas mencionados anteriormente pueden reproducirse. No obstante, este sistema ofrece alternativas, vías de escape que aligeren la tensión del conflicto. 

El miembro que más gana, si lo hace de una manera sustancial con respecto al otro, deberá aportar más a la caja común.

Sin embargo, tendrá su propio espacio de libertad que será más respetado. A su vez, el que menos dinero gana también podrá ahorrar a un ritmo más rápido que antes o tener más seguridad al disponer de un espacio propio.

Cada pareja tendrá que encontrar su propio equilibrio para organizar su dinero mediante muchas conversaciones y acuerdos, pero al menos se empieza de una posición más saludable y esto ayuda a encontrar una solución óptima para los dos. 

Incluso se puede establecer un equilibrio dinámico que oscile según las necesidades de la pareja. Por ejemplo, al nacer un hijo o estar en desempleo. 

En definitiva, el modelo de tres cuentas bancarias es el óptimo para la organización del dinero en pareja al quedarse con la independencia necesaria que ofrece la cuenta personal, a la vez que se refuerzan los proyectos comunes.

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