La energía ni se crea ni se destruye. Sólo se transforma. Estoy seguro que más de una vez has escuchado esa ley. La energía eléctrica se convierte en energía lumínica a través de una bombilla o en energía mecánica con un motor.
Incluso una pelota sujeta en la mano a una cierta altura tiene su propia energía, la potencial, que se transforma paulatinamente en energía cinética una vez que se deja caer hasta que ésta impacta con el suelo. En ese preciso momento, toda la energía potencial se ha convertido en energía cinética y es, por tanto, cuando la pelota alcanza su máxima velocidad.
La cantidad de energía se conserva, es decir, ni se crea ni se destruye. Sólo cambia de estado en la que se manifiesta como el agua, por ejemplo.
Una de las leyes fundamentales de la química es la de conservación de la masa. De manera análoga a la energía, la cantidad de masa se mantiene constante. Ni se crea masa, ni se destruye. En cualquier reacción físico-química, la cantidad que entra en el sistema es la misma que la cantidad de salida.
Estos sistemas naturales son de suma cero ya que el valor total inicial y final son iguales y su diferencia (sumas negativas), por tanto, es cero.
¿Qué tiene que ver todo esto con las finanzas?
Algunos autores de éxito, como el bestseller japonés, Ken Honda, argumentan que el dinero es una forma de energía. En unos de sus libros más conocidos, Happy Money, indica que hay que ser igual agradecido cuando el dinero se marcha de nuestras manos (nos ha permitido satisfacer algún deseo o necesidad) como cuando nos entra ya que nos proporciona bienestar y tranquilidad.
Toda esa energía positiva hace que veamos el dinero de una manera más constructiva y, eso en sí mismo, nos convierte de cierta manera en más ricos.
En esa línea, la mayoría de los libros sobre finanzas le dedican un capítulo especial a las donaciones como parte de la filosofía de vida de las personas que dominan sus propias finanzas. Por cada euro que se entrega solidariamente, la vida te devuelve dos como recompensa.
Y aunque yo también soy partidario de esta filosofía de vida (dar y recibir), esto realmente es así ya que al utilizar el dinero en proyectos positivos, el alma se alimenta lo que nos ayuda a ser mejores y nos permite seguir motivados, consiguiendo más dinero a su vez.
En definitiva, valorar doblemente el dinero: cuando se gana (Arigato) y cuando uno es capaz de desprenderse de él para devolverlo a la sociedad (Arigato). En cierta manera, es volver a estar agradecido con ese Happy Money.
No es un sistema de suma cero
Sin embargo, matemáticamente no se puede demostrar que haya una correlación directa entre dar y recibir.
En realidad, las finanzas no son un sistema de suma cero como ocurre con las leyes naturales. Y no lo es principalmente porque el dinero no es de origen natural. Y si no me creéis, preguntadle a los delfines cuya única moneda válida son los pececillos que les dan sus cuidadores a cambio de las peripecias que les obligan a hacer para deleite de las personas allí presentes.
El dinero es un mecanismo inventado por los seres humanos con el fin de establecer mejores relaciones comerciales entre nosotros que nos condujeron y lo siguen haciendo a un desarrollo social y personal. Sin el dinero, no hubiéramos llegado tan lejos como especie.
No es de suma cero porque no permanece constante, aunque nos parezca contraintuitivo y se repita este mantra hasta la saciedad. De hecho, nunca ha habido tanto dinero en circulación como ahora. Es decir, si el dinero fuera la única medida de riqueza, se puede afirmar que la humanidad es más rica que antes.
Los ricos no son ricos a costa de los pobres
Para empezar, hay que aclarar un poco las definiciones de los conceptos. Los términos de rico y pobre son siempre relativos. Lo que se entiende por pobre (o rico) en Alemania, no es lo mismo que en Luxemburgo, en España, en Guatemala o en Etiopía. La medición de la escala de la riqueza de pobre a rico depende de las circunstancias propias de cada país o de cada grupo en concreto.
Al igual que los términos de guapos/feos, listos/tontos tampoco son absolutos. En los concursos de belleza, se presupone que todos son más guapos que la media, pero sólo uno gana (el más guapo). Los demás son feos en su comparación. En este caso, solemos decir menos guapos, pero es lo mismo.
En un grupo cualquiera de 100 personas, siempre habrá una persona que sea la que tenga más riqueza (rico) y otra que cuente con menos (pobre), aunque éste último sea un rico con respecto a nosotros mismos.
Aclarado la relatividad de los términos, se dice y se oye con frecuencia tanto a los políticos como a otros sectores de la población que los ricos lo son gracias a los pobres. Es decir, a su costa. Algo malo habrán hecho para acumular esa fortuna. Yo no sería pobre, si no fuera por los ricos.
No es cierto. O, al menos, ya no es cierto.
Sí que hubo un tiempo en que los grandes empresarios industriales del siglo XIX basaban su riqueza en la explotación y la esclavitud de otros individuos. Pero hoy en día, aunque siga habiendo tiranos como jefes, la situación no es comparable. Y sí, existe la pobreza en muchos países del mundo por culpa de los países europeos.
En cambio, como menciono, la riqueza no es un juego de suma cero, como ocurre en los deportes. Para que haya un ganador, tiene que haber al menos un perdedor.
¿Se necesita empobrecer a alguien para enriquecerse uno mismo?
Quizá aún lo pienses, pero no es cierto. En igualdad de condiciones y de oportunidades, uno puede llegar a ser rico por mérito propio sin tener la necesidad de condenar a un tercero a la pobreza.
Evidentemente, hay personas que lo hacen, pero su principal característica no es la riqueza sino la miseria moral. Pero lo que digo es que no es necesario.
Quizá tendrías que hacerte la pregunta de otra manera, ¿qué sacrificios tuvo que hacer ese rico para llegar dónde está ahora? ¿Qué precio pagó por ello? ¿Estaré dispuesto a pagar ese precio? Aunque no lo creas, más del 85% de los ricos actuales, no nacieron en familias adineradas, sino que triunfaron en sus ideas de negocio (self-made).
¿Por qué pensamos que las finanzas son un sistema de suma cero?
Pondré un ejemplo cotidiano para que se entienda mejor.
Cuando compramos un libro se produce el siguiente proceso. El lector potencial se desprende de cierta cantidad de dinero para adquirir el producto. El vendedor de la tienda recibe exactamente esa cantidad. Ni un céntimo más ni uno menos.
A su vez, el vendedor paga al distribuidor, al editor y finalmente una parte llega al autor del libro.
A primera vista, parece que nosotros, los compradores, somos cada vez más pobres por comprar el producto a la vez que el autor se hace más rico. Observamos una transferencia monetaria idéntica. Yo pago 20 € y el vendedor me cobra 20 €. Yo pierdo 20 € y él (o toda la cadena) gana 20 €.
Sin embargo, eso no significa automáticamente que nosotros seamos más pobres.
De hecho, no lo somos. Me explico.
Al comprar un producto o solicitar un servicio, estamos satisfaciendo una necesidad determinada. Esta necesidad puede ser de muchos tipos: existencial (comida), intelectual (un libro), habitacional (una casa), de movilidad (un coche) o incluso de estatus (coche mejor que el de tu vecino) o de baja autoestima (compras impulsivas)…
En sí mismo, la compra nos aporta un valor en un momento determinado y compensa el precio monetario que hemos pagado. Si no lo hiciera, la compra no tendría lugar.
Y cuando realmente nos aporta un valor duradero, como en el caso de un libro, ya no podemos afirmar que somos más pobres, sino todo lo contrario. Somos más ricos (al igual que el autor), ya que esa lectura nos convierte en mejores personas en todos los aspectos de nuestra vida.
Además, este conocimiento adquirido puede ser la llave para conseguir un trabajo más remunerado o que nos guste más o empezar cualquier proyecto profesional exitoso.
En definitiva, el autor se enriquece en la medida que satisfaga las necesidades de muchos lectores. Aquel que no lo haga, no vende ni un libro.
Es decir, el autor aporta un valor y recibe dinero por ese aporte. El dinero no es más la consecuencia inmediata del valor ofrecido. Recordemos:
VALOR → DINERO
Y como ofrece valor, la pérdida monetaria que sufre el comprador en favor del vendedor o el autor se ve compensada con ese propio valor que recibe. El valor recibido es igual o mayor que el precio pagado.
Con otras palabras, uno se enriquece porque aporta valor al escribir un libro y recibe dinero por ello. El otro se enriquece porque se desprende de dinero para adquirir valor y conocimiento. Los dos ganan.
VALOR → DINERO → VALOR
De hecho, en el trabajo nos pagan a final de mes porque aportamos un valor a la empresa a la que trabajamos. Les somos útiles.
¿Qué ocurre en la economía global?
En un plano económico más general, cuando un inversor compra una acción de una empresa con la esperanza de generar una rentabilidad, no hay nadie que se está empobreciendo al mismo tiempo. De hecho, el vendedor transforma el valor de la acción en dinero físico. Su patrimonio no ha disminuido, salvo impuestos y comisiones de bolsa.
El inversor que vende su acción puede tener mil razones para ello. Puede que
- se encuentre en la fase de desinversión
- ya le haya sacado el rendimiento esperado
- necesite rebalancear su cartera financiera
- ya no confíe más en esa empresa
- necesite liquidez de manera urgente
- quiera posiciones menos arriesgadas según su perfil de inversor
y mil razones más que no podemos determinar. Exactamente igual que cuando vendemos una camisa o un mueble en plataformas de segunda mano. Cada persona lo hace por un motivo diferente.
Las empresas crecen en el mercado de valores (en la bolsa) porque ofrecen productos que los consumidores finales consideran que tienen valor. Fíjate cómo la propia expresión lo dice: mercado de valores.
Apple es la compañía más grande del mundo según capitalización, es decir, la más rica del mundo, porque la gente compra sus productos. Y la gente compra sus productos porque para ellos son innovadores, bonitos, buenos y fiables (u otras características importantes para el consumidor) y que satisfacen sus necesidades de comunicación, creación de contenido, entretenimiento…
Cuando yo estaba estudiando mi carrera universitaria, Nokia era el referente en telefonía móvil siendo la marca europea más valiosa, hasta que Apple decidió entrar en el mercado de la telefonía con un producto superior (el iPhone).
Y no se convierte en la primera empresa del mundo porque arruina a Nokia, sino porque aporta un mayor valor al existente en el mercado para un mayor número de personas.
Más valor (CALIDAD) y más personas (CANTIDAD) → mucha riqueza (ABUNDANCIA)
Por eso, tanto el escritor célebre como una empresa en alza deben su éxito al valor que aportan respectivamente a sus lectores y sus clientes, además de la cantidad de ellos, sin necesidad de hacer nada ilícito o inmoral.
¿Por qué es importante saber que el crecimiento financiero (personal) no es un juego de suma cero?
Claro, si pensamos erróneamente que mi enriquecimiento se basa en el inevitable empobrecimiento de un tercero, me hallo en un conflicto moral a las primeras de cambio. Si mi bienestar depende del malestar de otro, es muy probable que nunca lo vaya a perseguir. Todos queremos (y debemos) ser buenas personas.
Por eso, es tan importante conocer cómo se genera la riqueza y desligarla del sufrimiento de otros.
El foco está en nosotros
Nosotros somos capaces de generar riqueza sin poner zancadillas, ni empujar a nadie. Tenemos que bucear en nuestro interior para descubrir en qué somos talentosos, qué nos define cómo ser, qué valor podemos aportar al resto, cuál es nuestro elemento diferenciador y trabajar muy duro y constante en esa área sin descuidar las demás.
En definitiva, “sólo” tenemos que dar la mejor versión de nosotros mismos. Y entonces, sólo entonces, conseguiremos resultados extraordinarios.
No es fácil, lo admito.
Si, por el contrario, ni siquiera nos arriesgamos a vivir, si nos quedamos abnegados por las excusas y por el qué dirán, si queremos ser falsos imitadores y aduladores incondicionales de otros, entonces nos parecerá que la pobreza es una maldición hecha por los malignos ricos.
Si aún no tienes claro por qué invertir, te invito a que leas el siguiente artículo: 10 excusas para no invertir.
Y si ya lo has decidido, entonces te recomiendo este otro: Reglas básicas para invertir.
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