6 estrategias básicas para ahorrar

El ahorro mensual se hace imprescindible para cumplir nuestros objetivos o sueños establecidos. Generalmente, la mayoría de las personas ahorran poco, tarde y mal. El ahorro se asocia erróneamente a sacrificio económico, a apretarse el cinturón reduciendo los gastos o a dejar de vivir la vida presente. No dejan de ser excusas y planteamientos falsos. 

Si bien es cierto que la reducción de gastos superfluos es una variable importante en la ecuación del ahorro, parece que se nos olvida que el aumento de ingresos es la otra cara de la misma moneda. Además, el ahorro no es un limitante de nuestra vida o de nuestras posibilidades, sino más bien un potenciador de nuestros sueños.     

Se ahorra poco, tarde y mal porque no existe una planificación adecuada del mismo, una estrategia que sirva de guía. Sin motivación alguna, es decir, sin un porqué ni un para qué, no se puede ahorrar de una manera eficiente. 

A continuación, te explico las 6 estrategias más importantes que constituyen la base del crecimiento financiero:

1. Establecer metas específicas, claras, medibles y definidas en el tiempo

No voy a incidir mucho más en el tema. Te recomiendo que vuelvas a leer el artículo sobre la definición de metas con la regla SMART.

SMART

2. Establecer un presupuesto mensual y/o anual

Puede ser en una tabla excel, en alguna app o papel y lápiz como la vieja escuela. El conocimiento del flujo de caja (entradas y salidas) facilita la posibilidad de detectar gastos innecesarios y de descubrir posibles nuevas fuentes de ingresos. 

Para ello, es recomendable revisar la cuenta bancaria de los últimos doce meses, ya que hay gastos recurrentes que no son mensuales, por ejemplo, los impuestos o los libros escolares. Con la experiencia acumulada, la precisión de nuestro presupuesto aumenta. Al principio, puede resultar una labor ardua, pero al cabo de unos meses lo harás de una manera casi automática sin perder mucho tiempo.

3. Establecer una cuota de ahorro mensual

Una vez elaborado un presupuesto mensual, se debe definir un porcentaje de nuestros ingresos para el ahorro. Nunca debe ser menor del 10%, es decir, que si ganas 2000 euros mensuales, debes ahorrar como mínimo 200. Cada mes, sin excepción. Soy consciente de que para muchas familias es un esfuerzo considerable, pero el 10% debería ser un objetivo asequible para cualquier persona, independientemente de sus ganancias. Por muy poco que se gane, siempre se podrá aportar ese mínimo. Uno no debe gastarse todo el dinero que entra. Si no eres capaz de ahorrar ese mínimo, contacta conmigo y veré cómo te puedo ayudar. 

Si actualmente ya ahorras el 10%, tienes que intentar llegar en el corto plazo al 15-20%. El objetivo debe constituir siempre un pequeño reto. Existe una regla muy popular 50-30-20 para distribuir los gastos y que te puede servir al principio como referencia:

  • 50%: Gastos vitales como vivienda, comida…
  • 30%: Gastos asociados al ocio, vacaciones, ropa, caprichos…
  • 20%: Ahorro e inversión.

Una cuota del 20-30% está muy bien, ya que te permite apartar mucho dinero para tus sueños sin perder calidad de vida. Entre el 30-40%, lo considero sensacional siempre y cuando uno no se esté volviendo loco por ahorrar. No vale la pena dejar de comer o de hacer las cosas que realmente te motivan y te hacen feliz por unos euros de diferencia.

A medida que los ingresos son mayores, estos porcentajes y otros superiores son más fáciles de obtener ya que tu nivel de vida no tiene que subir necesariamente en la misma proporción. Si ganas 6000 euros netos mensuales, es probable que puedas vivir bastante bien con 3000. Aquellos adheridos al frugalismo o FIRE (financial independence retire early) pueden llegar ahorrar hasta el 70-80% de sus ingresos. Cabe destacar que este movimiento no es una forma de vida válida para todo el mundo. He visto varios documentales de algunos frugalistas cuyo ahorro extremo ha derivado en una obsesión tal que no pueden tomarse ni siquiera una cerveza con sus amigos de vez en cuando. Y eso tampoco es vida ni libertad. 

4. Pagarse el primero

Fundamental por diversas razones:

4.1. Por justicia y respeto a nosotros mismos

Como ya sabemos, mientras trabajamos, intercambiamos el tiempo de nuestra vida por dinero. Y luego, ¿qué hacemos con ese dinero, es decir, con el tiempo de nuestra vida invertido? ¿Se lo damos a otros en primer lugar y el resto exiguo nos lo quedamos nosotros? ¿Es eso moralmente justo? ¿Eso es respetarse y quererse a uno mismo?

No quiero que se me malinterprete. No digo que no haya que pagar las facturas, deudas y compromisos adquiridos, sino que debemos pagarnos a nosotros los primeros, como hacemos las personas que dominamos nuestras finanzas personales. Si queremos ahorrar 300 €, pues se tiene que separar esa cantidad nada más recibir el salario, preferentemente en una cuenta diferente a la cuenta de consumo. A continuación, se paga el resto. Recuerda cuando jugabas al escondite, “por mí, por todos mis compañeros y por mí primero”. Dos veces por mí y primero.

4.2. Eficiencia

Al hacerlo al principio de cada mes, el objetivo de ahorro ya está conseguido. No hay nada más que pensar durante todo el mes. Ahorras sí o sí. No hay otra opción. Fin de la historia. Si lo haces al contrario, corres el riesgo de que al final de mes no te quede nada o menos de lo pensado porque te lo has gastado en no sabes muy bien qué. 

No te preocupes. Llegarás a final de mes. Estamos programados para adaptarnos a cada situación. Te pongo un ejemplo: si el día 25 te quedaran tan sólo 100 euros, tu planteamiento de esa última semana sería muy diferente a si dispusieras de 200.

4.3. Psicología

Al cumplir tu objetivo de ahorro del mes, por un lado te hará sentir bien contigo mismo. Asimismo, por otro lado, no te sentirás mal si derrochas el resto y podrás disfrutar así de todos los momentos. En el caso contrario, si llegas a final de mes apurado y sabes que aún no has ahorrado tus 300 euros comprometidos contigo mismo, cada consumo que realices a partir de ese momento te va generar incertidumbre y ansiedad y un desazón cuando sobrepases ese límite psicológico.

5. Invertir en uno mismo

Es sin duda el factor determinante. No habrá ningún otro elemento que tenga mayor impacto en todos y cada uno de los aspectos de tu vida. Se debe invertir tanto en tiempo como en recursos económicos. Y aunque a primera vista pueda parecer paradójico, invertir dinero en uno mismo es una fuente impresionante de aumentar la capacidad de ahorro a corto, medio y largo plazo. 

Cuando hablo de inversión en uno mismo, concretamente me refiero a una inversión en salud (física, mental…), en llevar una vida saludable con una alimentación sana, en deporte, en dormir y descansar lo suficiente, en formación continua… Estos aspectos ejercen una sinergia entre sí y afectan positivamente al desarrollo y calidad de nuestra vida. Desde el plano económico, la inversión en uno mismo es un doble ganador (Win-Win situation) en la ecuación del ahorro: por un lado, se reducen los posibles gastos futuros y por otro lado, es un potenciador de generar más fuentes de ingresos y de mayor cuantía de los mismos. Cada euro invertido, tiene una tasa de retorno muy superior

En el lado de la reducción de gastos, se puede poner el ejemplo de cómo el cuidado dental limita las posibilidades de necesitar tratamientos carísimos como coronas dentales o implantes en el futuro. Para los fumadores, la reducción de paquetes de cigarrillos consumidos diariamente o abandonar el vicio supone no sólo un beneficio de salud, sino una buena paga extra. Incluso, a parte de todos los beneficios emocionales evidentes, cuando uno hace deporte, come saludable, tiene una inteligencia emocional elaborada, un equilibrio mental saludable y unos conocimientos en continuo crecimiento, es más interesante como persona y más factible que pueda encontrar pareja (si lo desea) y, por tanto, compartir los gastos vitales una vez que vivan juntos.

Al mismo tiempo, esa persona saludable y con ganas de seguir aprendiendo va a ir adquiriendo una serie de habilidades y herramientas que le permitirán promocionar dentro de su empresa, conseguir un trabajo mejor remunerado o iniciar nuevos proyectos que puedan generar otras fuentes de ingresos. 

Si hoy estás leyendo estas líneas es porque hace dos años que inicié un proceso fuerte de inversión en mí mismo: conociéndome, respetándome, queriéndome, cuidándome, leyendo muchos libros de finanzas y de otras áreas, pagando seminarios, mirando tutoriales y vídeos en Youtube… Sigo yendo a terapia para seguir creciendo como persona, sigo inscribiéndome en seminarios, conferencias, cursos… Todo se retroalimenta en mi felicidad, en mi confianza, en mis posibilidades, en mis finanzas. Cuanto más gano y más invierto en mí mismo, mucho más dinero me retorna. 

6. No adquirir deudas de consumo o eliminarlas

Las deudas de consumo (excluyendo las hipotecas inmobiliarias) son el cáncer que enferma el control de las finanzas personales

Imagina que pides un crédito para un automóvil por 20.000 €. Una gran suma. Con los intereses actuales, es posible que pagues finalmente un 10-20% más de esa cantidad durante todo el período de amortización. Pongamos 22.000 €. Quizá te parezca justo, pero en realidad es comprarse el mismo producto más caro. Si lo trasladamos a lo cotidiano, ¿estarías dispuesto a pagar 11 € por una pizza que pone que cuesta 10 €? 

En realidad, lo peor no es pagar de más, sino la hipoteca a las horas futuras de tu trabajo, es decir, a tu vida del futuro

¿Entonces, cómo puedo comprarlo? Ahorrando primero. En números:

Ejemplo: Supongamos que los gastos totales del coche (gasolina, seguro, reparaciones, inspecciones técnicas, impuestos, tasas de aparcamiento…) ascienden a 100 € mensuales, una cantidad muy favorable para el usuario a tenor del precio del combustible actual. El interesado puede ahorrar hasta 500 € al mes. 

Ahorrador

  • Cantidad: 20.000 €
  • Ahorro mensual: 500 €
  • Tiempo: 40 meses (3 años y 4 meses)

Comprador con crédito 

  • 22.000 € (2000 € de intereses, 10%)
  • Amortización: 500 – 100 = 400 €
  • 22.000/400 = 55 meses (4 años, 7 meses), es decir, 15 meses más. 
  • Se paga además un coste de oportunidad. En 15 meses, no se puede ahorrar ni invertir.

BALANCE DESPUÉS DE 55 MESES

  • Vehículo seminuevo (15 meses)
  • Capacidad ahorro: 500 – 100 = 400 € 
  • Ahorro total: 400 x 15 = 6000 € 
  • Con inversión (7% p.a.): 6525 €
  • Vehículo viejo (55 meses), menor valor patronímico y posibles mayores gastos.
  • Deuda: 0 € (Crédito pagado)
  • Ahorro total: 0 €

El ahorrador, habiendo pagado menos dinero y en menos tiempo, se encuentra después de 55 meses en una mejor situación económica que el comprador mediante crédito. Además, su dinero ahorrado y/o invertido le permite prepararse para la futura sustitución del vehículo mientras que el otro vuelve a la casilla inicial. 

Si la capacidad de ahorro fuera de 200 € mensuales, los números se disparan. El ahorrador necesitaría 100 meses (8 años y 4 meses) para adquirir el vehículo, mientras que el prestatario al menos 220 meses (18 años y 4 meses) con una cuota mensual de amortización de 100 €. Esa década de diferencia supondría 12.000 € en ahorro simple (100€/mes x 120 meses) y cerca de 17.500 € en inversión diversificada.

Si todavía piensas que merece la pena comprarse el coche mediante crédito y disfrutarlo durante esos años de antelación, no tienes derecho a quejarte de que tu situación financiera es mala. Tú eres el responsable. Tú decides.  

Lee, infórmate, compara, decide y actúa.

6 comentarios en “6 estrategias básicas para ahorrar”

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