Una vez establecidas las estrategias principales para la base del ahorro descritas en este artículo, tenemos que bajar a un plano más pragmático, es decir, a lo que se puede hacer en el día a día para conseguir que el dinero no se vaya de las manos sin darnos cuenta. Existe mucha bibliografía al respecto. Yo voy a tratar aquellos gastos que provocan un verdadero agujero en los bolsillos desde mi punto de vista:
1. Eliminar seguros innecesarios y/o evitar duplicidades
Existen seguros para todo, especialmente en Alemania. Eso no significa que debemos tenerlos absolutamente todos y en muchos casos nos podemos ahorrar unos buenos eurillos.
En Alemania, podemos clasificar los seguros en tres categorías:
- Obligatorios como el seguro médico.
- Necesarios protegen las situaciones o eventualidades que nos puedan llevar a la ruina financiera
- Prescindibles
Por ejemplo, la ausencia de un seguro de daños a terceros (Haftpflichtversicherung) puede generar una serie de costes incalculables en caso de un accidente en el que seamos responsables.
Por otro lado, quizá un seguro para la bicicleta o para el teléfono móvil no sea necesario (no nos conduce a la ruina financiera) y habría que asumir el riesgo de pérdida, robo o rotura.
El año pasado me compré unas gafas nuevas por unos 300 € y me intentaron colar un seguro extra de 40 € que sólo cubría 20 € en caso de pérdida o daño. Si las gafas se me rompen o se me pierden, esos 20 € devaluados no me solucionan la vida ni el problema.
No obstante, muchos de ellos son prescindibles o duplicados. Por ello, es conveniente leer con atención lo que cubre cada uno de ellos y, en caso de encontrar duplicidades, eliminarlas.
2. Establecer un modelo de diferentes cuentas bancarias
Cada tipo de cuenta cubre unas necesidades diferentes.
- Fondo de emergencia: Si no sabes qué es el fondo de emergencia y para qué se utiliza, te lo explico en este artículo. Se debe depositar en una cuenta de ahorro (Tagesgeldkonto) por varios motivos:
- Las cuentas de ahorro sólo permiten las entradas y salidas a una cuenta de referencia. Esto permite tener un total control de su uso. Así, el dinero ahorrado para protegernos no se utiliza innecesariamente.
- A diferencia de las cuentas corrientes (Girokonto) ofrecen un pequeño interés. Debido a la subida de tipos de interés por parte del BCE, se puede conseguir actualmente entre un 0,6-1% según los bancos.
- Cuenta de consumo: Es la cuenta para el día a día (Girokonto). El dinero de la nómina debe entrar en esta cuenta. Además, pueden domiciliarse todos los gastos básicos (vivienda, electricidad, seguros…). Asimismo, debe ser la cuenta de referencia para las cuentas de ahorro.
- Cuenta para las vacaciones y/o objetivos a corto/medio plazo: También en una cuenta de ahorro (Tagesgeldkonto). En este caso, para minimizar la pérdida de la inflación, pero por otra parte tener el dinero accesible. No obstante, preferiblemente en otra cuenta distinta a la del fondo de emergencia para ordenar mejor el dinero y no confundir uno con el otro. Se puede tener varias según las necesidades. Por ejemplo, en ING se pueden abrir tres Tagesgeldkontos (Extra-Konto) gratis.
- Cuenta para objetivos a medio/largo plazo: Opcional. Se puede tener una cuenta a plazo fijo (Festgeldkonto) que proporciona unos intereses en torno al 2-3% p.a. Durante el plazo establecido, por ejemplo 5 años, el dinero depositado no podrá ser retirado. A mayor tiempo, mayor será el interés anual que ofrece el banco ya que su disponibilidad es menor. En un portfolio de inversión, la cuenta a plazo fijo constituiría junto a los bonos del Estado la parte con menos riesgo.
- Cartera de valores: Para invertir tanto en renta fija (bonos) como en renta variable (acciones, ETFs y otros productos financieros).
3. Eliminar cuentas bancarias con comisiones
Hay alternativas a los bancos y cajas de ahorros (Sparkassen) tradicionales que cobran comisiones mensuales o anuales por mantenimiento de cuenta. Los bancos online, al no tener oficina física, reducen sus gastos operativos y ofrecen servicios más baratos a sus clientes. Son igualmente seguros, según establece la legislación europea.
Si se necesita una filial física, lo recomendable sería elegir un banco de menores comisiones y que ofrezca los mejores servicios: número de oficinas, cercanía, número de cajeros…
Yo, personalmente, utilizo ING Diba para mi cuenta de ahorro y DKB para mi cuenta de consumo.
4. Eliminar las tarjetas de crédito y desactivar la función de descubierto bancario
La tendencia de algunos bancos alemanes es el sistema de tres tarjetas: girocard o EC-Karte (tarjeta de débito, generalmente con el IBAN impreso), una tarjeta de débito (Visa Debit o Maestro) y una propiamente de crédito (Visa o Mastercard). La girocard tiene una comisión mensual de entre 1-2 euros dependiendo del banco, en contraposición de las otras tarjetas de débito que son gratuitas aún.
De alguna manera, los bancos intentan eliminar la antigua EC-Karte favoreciendo a la otra en esta fase de transición. Desconozco el motivo. Es cierto que en algunos establecimientos no admiten el pago con la Visa Debit o Maestro, pero no es un problema que no se pueda solucionar sacando dinero de algún cajero cercano.
Por otra parte, las tarjetas de crédito suelen tener una comisión anual de entre 30-100 € según su funcionalidad. Su principal ventaja es el pago y la retirada de efectivo en países fuera de la zona euro, aunque algunas de débito también son admitidas en el extranjero. Depende del banco, de la divisa y del país en concreto. Debes mirar exactamente en tu caso.
Si se desea tener una tarjeta de crédito, es conveniente desactivar la función propia de crédito. ¿Tener una tarjeta de crédito sin crédito? Exacto, para que no sea posible comprar si no se dispone del dinero suficiente en la cuenta del banco. Esto evita los descubiertos en la cuenta y los intereses (elevadísimos) de créditos de consumo (deudas malas).
Yo recomiendo tener simplemente la tarjeta de débito (aún gratuita) para tu cuenta de consumo diario. Para la cuenta donde se pretende ahorrar, lo ideal sería no disponer de ninguna tarjeta, evitando así la tentación de gastar algo con ese dinero ahorrado para otros objetivos.
Si viajas mucho fuera de la unión monetaria, te puede compensar tener una de crédito. Si no, pues no hace falta.
5. Eliminar el efecto “Latte Macchiato”
Denomino efecto “Latte Macchiato” a ese gasto diario, ese cafelito con su correspondiente croissant en la panadería cerca de tu casa o de la estación antes de ir al trabajo o después de volver de él. Parece un gasto insignificante y no nocivo, pero en realidad se convierte en un monstruo devorador de monedas. Tampoco no nos aporta nada en especial si lo pensamos en profundidad. El café no sabe mejor que el de tu casa.
En dinero, supone un gasto diario de 5-10 euros que, multiplicado por 22 días laborables, resulta entre 110 y 220 euros mensuales. Si además sumáramos la comida durante la pausa de la jornada laboral, se escapan otros 100€. Por fortuna, el teletrabajo ha disminuido este efecto.
Con esto no digo que no haya que disfrutar de un buen café de vez en cuando, pero no puede convertirse en un hábito diario.
Propongo las siguientes soluciones:
- Desayunar en casa o directamente en la oficina. Muchas empresas ofrecen café y leche gratis. Algunas además frutas. Te puedes llevar tu propios alimentos para prepararte el desayuno: cereales, fruta, mermelada…
- Preparar la comida para varios días y comer en la oficina. Puede parecer aburrido, pero se puede combinar con otros ingredientes para que resulte más atractivo y no comer toda la semana lo mismo.
- Teletrabajar más días si es posible.
6. Eliminar el efecto “vamos, la última”
Por lo general, cuando salgo con mis amigos a cenar, no suelo tomar más de dos cervezas de medio litro. Y no lo hago por el dinero, sino simplemente porque a partir de ese punto ya no me aporta nada positivo más (que ya vamos teniendo una edad) y tampoco tengo que demostrar nada a nadie. Siendo consciente de eso, puedo gastarme el dinero en un mejor plato de comida o simplemente ahorrarlo.
7. Planificar la compra con una lista
Realizar la compra con una lista ayuda a no llenar el carro de alimentos y otros productos innecesarios y no planeados, especialmente si se tienen niños pequeños. En este caso, sería interesante negociar la lista con ellos por adelantado. Se les escucha, se sienten escuchados y se le ofrecen alternativas al hiperconsumo reinante. Todo no se compra y no se acaba el mundo.
Lo ideal sería hacer la lista inversa. Es decir, en vez de apuntar lo que no tengo en casa, habría que pensar que comidas se van a preparar durante la semana y mirar qué productos tengo y cuáles me hacen falta aún para esos platos, escribiendo éstos últimos en la lista. Entiendo que esto es más complicado y deja menos margen para la espontaneidad, pero es lo más efectivo. Otro truco es ir a la compra sin hambre.
8. Comprar menos
De cajón. Me refiero exactamente a la cantidad de alimentos que se nos estropean y que tiramos a la basura con todo el dolor de nuestro corazón. Esos productos jamás debieron ser comprados. Se suele comprar más cantidad de la que realmente necesitamos. A veces, por si acaso (efecto abuela). Y casi nunca existe ese “por si acaso”. Si cada semana tiro un tomate a la basura, por ejemplo, tengo que comprar un tomate menos.
Apunta todos los productos que has desechado en el último mes y calcula cuánto dinero has perdido; a parte de la injusticia social que supone el hecho en sí mismo cuando hay millones de personas que no pueden alimentarse adecuadamente.
9. Eliminar los productos basura de la cesta de la compra
Los “alimentos” superprocesados suelen ser caros y no aportan los nutrientes que necesita tu cuerpo. Yo solía comprar unos brioches de chocolate todos los sábados. Venían ocho en el paquete. No llegaban al lunes. Antes de llegar a casa, ya me había comido dos y no me daban placer (o era muy corto) ni me saciaban porque no son alimentos. Es, digamos, el antiproducto: ni bueno, ni bonito ni barato.
Cuando en la caja veía el precio total de mi compra, miraba mi carro y pensaba atónito “¿qué he comprado?” Ahora ante la misma pregunta, gastándome menos, encuentro la respuesta: “Alimentos”.
10. Evitar y/o controlar las compras impulsivas
Ésta es la gran trampa del sistema de consumo: los productos rebajados de precios, los caramelos cerca de la larga caja de espera, lo bonito que son las cositas de Ikea… ¿Cuántas veces te ha pasado que ibas a comprar una cosa en particular y vuelves con mil más?
Los productos nos entran muy bien por los ojos, y machacados por la publicidad en el subconsciente, no podemos resistirnos a la tentación y sentimos que los necesitamos para ser felices. Pero, ¿es eso verdad? ¿Cuántas veces utilizaste ese objeto en el último año?
Para controlar esos impulsos que dañan nuestra salud financiera, tenemos que establecer una serie de estrategias. La mejor de ellas es posponer la compra. Si te quieres comprar algo desesperadamente, no lo hagas en ese instante y lo planificas para el mes siguiente. Si una vez transcurrido ese tiempo (de reflexión), sigues sintiendo ese deseo de compra, la ejecutas y se acaba la historia. Pero, si no es el caso, te ahorras directamente el dinero y no tienes un objeto inútil rodando por tu casa.
11. Comprar productos de calidad
Como bien dice el dicho, “Quién compra barato, compra dos veces”. Hay que priorizar qué productos son importantes para cada uno de nosotros y comprarlos de buena o excelente calidad para que tengan mayor duración. Por otro lado, los menos importantes -según nuestro criterio propio- tendríamos que tender a las marcas blancas de los supermercados al ser más económicas.
En el supermercado, los productos más asequibles suelen estar en las estanterías de abajo. Es un truco de márketing. Los productos más caros suelen tener una mejor visibilidad y accesibilidad.
12. Cambiar regularmente de operador de electricidad, gas, teléfono
La competencia es cada día más feroz y las compañías suministradoras de servicios entran en una guerra de adquisición de nuevos clientes. A los clientes consolidados no hay buenas oportunidades salvo que uno quiera marcharse. Pues ahí hay que aprovechar como consumidores para obtener una mejor tarifa, un bonus de bienvenida o un mejor servicio por el mismo precio.
13. Utilizar electrodomésticos de mayor eficiencia energética y bombillas energéticas
La factura de la luz te lo agradecerá y podrás recuperar muy pronto la diferencia de precio inicial. Especialmente importante los electrodomésticos que más consumen: horno, lavadora, lavaplatos y nevera. Como mínimo del tipo A, idealmente A+++.
En el caso de las bombillas, el uso de las bombillas de tipo LED consumen menos energía, duran más tiempo y dan más luz.
14. Hacer un consumo responsable de los recursos
Ahorrar agua, gas, electricidad. Y no es porque ahora estemos en tiempos de guerra. Siempre es una buena opción para tu bolsillo y para el medio ambiente. Los recursos son limitados.
Nada nuevo que no te haya dicho antes tu madre. Apagar el grifo mientras nos lavamos los dientes, ducharse en vez de bañarse, apagar la luz al salir de una habitación, llenar la lavadora y lavavajillas, hervir el agua con tapa, ventilar adecuadamente, no dejar los aparatos electrónicos en modo stand-by…
Estas pequeñas acciones pueden reducir las facturas en un 30%.
15. Eliminar y/o reducir las suscripciones
Otro gran coladero de dinero, al ser gastos recurrentes, se utilice o no el servicio y/o producto. ¿De verdad se necesita ser suscriptor de todas las plataformas audiovisuales? ¿Y de las revistas y periódicos que simplemente hojeamos de vez en cuando? ¿Compensa ser Premium en Amazon? Cada uno tendrá que encontrar sus propias respuestas y sus soluciones alternativas. Por ejemplo, en el caso de Amazon se pueden aunar varios pedidos en un mes.
16. Establecer pequeños retos
Los “challenges”, puestos de moda en las redes sociales, pueden constituir una motivación adicional para ahorrar un poco. Por ejemplo, ahorrar un euro al día, el reto de las 52 semanas o guardar en un bote cada moneda de dos euros que llegue a nuestro bolsillo. Grano a grano. Con el paso del tiempo, habrá una cantidad considerable que podrás utilizar en lo que quieras.
Todas estas medidas ayudan a ahorrar de una manera sencilla sin perder calidad de vida. De eso se trata en realidad. Yo, como regla general, antes de adquirir un producto me hago las siguientes preguntas: “¿Lo necesito verdaderamente?” En el 90% de los casos, la respuesta es negativa y entonces me pregunto: “¿Me hace o me va a hacer feliz?” Y aquí si no consigo un rotundo sí, no compro el producto. Se puede ir un paso más allá y preguntarse si ese producto te va a hacer feliz dentro de 10 años también. Tras una respuesta negativa o dubitativa, se puede volver a la pregunta anterior y decidir. Entiendo que esto puede ser demasiado para cualquier compra imprevista.
Lo fundamental con lo que hay que quedarse es que un consumo responsable y consciente ayuda al crecimiento y control de tus finanzas personales. En caso contrario, nos convertimos en simple títeres manipulados por los intereses de los fabricantes de productos y/o generadores de servicios que pueden (y de hecho lo hacen) no coincidir con los propios.
Si tienes algún otro método de ahorro que te haya servido, compártelo en los comentarios para ayudar a más personas. Si una vez leído estos dos artículos sobre el ahorro, no eres capaz de conseguirlo, por favor contacta conmigo si quieres salir de esa situación.
Lee, infórmate, compara, decide y actúa.
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